El nuevo presidente de Ecuador, el izquierdista Rafael Correa quiere inaugurar una nueva política económica contraria al neoliberalismo, a los organismos multilaterales y a los poderosos, estrategia que causa incertidumbre y hasta pavor entre algunos empresarios e inversores.

Correa, antes de su investidura el próximo lunes, ya ha asegurado que pagará la deuda de 33 millones de dólares que mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que evitará contratar créditos de ese organismo, del que dijo está lleno de personal "ineficaz".

Según Correa, la relación con el FMI no ha sido provechosa para su país, así como las "recetas neoliberales" que ha impuesto para mantener estabilizados los indicadores macroeconómicos."La vida antes que la deuda", es la consigna de Correa para justificar que su Gobierno minimizará el pago de la deuda exterior, si ello le permite poner énfasis en una economía dirigida a la atención de los sectores sociales.

En un país con más del 65 por ciento de habitantes pobres y sin servicios básicos, Correa se propone instaurar una economía que privilegie el pago de la deuda social, incluso con la posibilidad de declarar una moratoria unilateral del pago de la deuda exterior.

En cualquier caso, aunque considera que la dolarización del país en el año 2000 fue un error, Correa también cree que sería un error mayor revertir la situación en las circunstancias actuales, por lo que mantendrá el dólar como divisa.

El ministro designado de Economía, Ricardo Patiño, que se ha reunido con representantes del FMI, les aseguró que el Gobierno ecuatoriano no les pedirá nuevos créditos y les dijo que "no se preocupen mucho" por los problemas fiscales que heredará Correa, porque es un asunto que se resolverá dentro de casa.

El portazo al FMI, que se extiende al Banco Mundial, ha preocupado a algunos analistas económicos, que ven la posibilidad de una presión en el gasto corriente durante la administración de Correa, que podría provocar desequilibrios fiscales.

Además, los analistas consideran que Correa heredará un país más o menos estabilizado gracias a los ingresos adicionales por la exportación a precios altos del petróleo en los tres últimos años, con un 2,9 por ciento de inflación y un 4,3 por ciento de crecimiento en 2006.

Los especialistas creen que los precios altos del crudo pueden ser una ficción a medio plazo y que el país necesita disciplina fiscal, limitación del gasto y, además, buenas relaciones con los organismos multilaterales para eventuales créditos de urgencia.

Según Patiño, el Gobierno ecuatoriano no firmará una "carta de intenciones" con el FMI, un requisito impuesto por el organismo para mantener abiertas las líneas crediticias

Al criticar a los analistas detractores de Correa, Patiño dijo que le parece raro que éstos sólo se preocupen de que el país no caiga en una moratoria de la deuda exterior, cuando hay atrasos incumplidos con amplios sectores sociales del país.

El futuro ministro de Economía explicó que el Gobierno de Correa empezará su administración con un retraso de pago de salarios y de entrega de recursos de proyectos de desarrollo.

Para Patiño, "es raro" que el país se haya atrasado en el pago a los acreedores internos, "pero no con lo acreedores externos. No hay ningún atraso de deuda externa, pero hay mil millones de dólares en atrasos de deuda interna", aseguró el ministro, dirigiendo su ironía a los "analistas fondomonetaristas".

Por ello, el equipo económico de Correa prevé que el presupuesto del Estado, que para 2007 ascenderá a unos 10.200 millones de dólares, se dirija prioritariamente a la salud, educación, pequeñas y medianas empresas, agricultura y a la potenciación de la industria petrolera, de la que obtiene los mayores ingresos.

Aunque las inversiones extranjeras en Ecuador son casi marginales, los economistas consideran que la posición de Correa, ligado a la corriente izquierdista en Sudamérica, debe pasar la prueba y, mientras tanto, sus maniobras serán seguidas con lupa por analista, acreedores y la oposición.